Disfrutar del viaje desde la etapa de su organización , durante el camino y después del regreso. Ese es el maravilloso momento en el que reconocemos estar distintas a cómo estábamos en la partida.
Vivir con actitud positiva y flexible, teniendo presente que siempre hay un “plan B”.
Desconectar el reloj (y las notificaciones!) y conectar con el ritmo propio.
Aprender en el camino y “del camino”
Fusionarse con la cultura local, en el transporte público, en la gastronomía, en los rituales cotidianos.
Estar en contacto con escenarios naturales siempre
Vivenciar experiencias de bienestar que nos guíen en el equilibrio cuerpo-mente-espíritu.